Siento la soledad susurrándome
entre líneas… La espuma de las olas ausentes a nuestros encuentros hoy tiene el
atrevimiento de dibujar el vuelo de una gaviota con solo una pincelada. Me
distrae tu sonrisa. Intento sobrevivir a la zozobra de la paciencia desesperada,
la misma que se ha transformado en rutina de no encontrarte cuando más te
necesito. El horizonte juega a predecir el futuro, sabiéndose cómplice de la
próxima puesta de sol engalana sus colores y dispersa nubes a su antojo. Tengo
un libro entre las manos. El viento sopla sin reparar en el tiempo, en la gente
que me rodea, juega a descubrir a los niños que todos esconden pero que llevan
dentro. El muro bajo mis pies sigue guardando secretos desde hace siglos, y el
agua se pierde contra la roca que parece virgen. Un niño, en algún planeta
tiene una flor, un paraban, una oveja. El sol no quema, se esconde entre nubes,
oculta las manchas de las que quieren hablar algunos, por hacerlo, no puede
esparcir toda la luz que lleva dentro. Se niega a sí mismo el ser majestuoso y
a nosotros nos niega el placer de encontrarlo, pero la luz se cuela desde todos
los rincones hasta invadir el alma. El niño también tiene una zorra, pero en
este planeta. La tarde llega, ya la soledad no susurra ni habla, grita
desesperada. Palpita el corazón ansioso de encuentro, el alma iluminada se baña
de agua salada, se envuelve en nubes ardientes arrebatadas al mágico arrebol
del cielo, se viste con el viento y la luz que emana de todas partes. El misterio
del lugar, la magia del silencio, el secreto de un libro, un príncipe y su
zorra, todo está listo. El universo observa en elipsis el nacimiento de un
poema.
Canto al compás de Feliú:
ResponderEliminarMi otra mitad
Mi media naranja
La suela de mi zapato
La funda de mi machete
Eso eres tú
Mi contrapartida
Mi signo contrario
La tuerca de mi tornillo
La media en mi pie descalzo
Eso eres tú
Las personas pasan y me creen loca, quizás lo soy un poco. Loca porque los tengo lejos, loca porque cuando más necesito abrigarme en ustedes están ausentes, distantes. En realidad no soy loca sino una soñadora más, adicta a las migraciones de aves, siempre con la esperanza de verte un día, fanática a ser la rosa de alguien y la musa inspiradora de un principito. Ves no estoy tan loca, solo ávida de ti, por cierto creo que esto también se llama extrañar, solo que con un apellido: en demasía.