Quiso el azar de la vida que encontrara a una de esas zorras
del principito, pero una zorra mía, una de esas traviesas personitas que llegan a domesticarte con solo una
sonrisa. La hallé a vuelta de correos, de mensajes, de post, de intercambio de
bloguras. Y se fue adueñando poco a poco
de mi espacio, se coló en los minutos en que leía o escuchaba música. ¿Cómo
podía lograrlo estando tan lejos? Creo
que esa pregunta me la estaré haciendo por mucho tiempo. De todas formas, se fue convirtiendo sin proponérselo,
en MI MAPA. Hoy pasan cosas
inimaginables con esa zorrita mía, la encuentro en la sonrisa de un niño, en el
poema de un libro, en la canción de la trova, en el sonido de una guitarra. Su voz
tras el teléfono se coló en mi mundo, en mi espacio, en los minutos de esperar
para escucharla otra vez. La encuentro en la palabra y en el silencio, en la
luz y en la sombra. Llegó como la única salvación a mi realidad. Desordenó los
sentimientos tan cuidadosamente empaquetados en el silencio. Quito las mantas
del olvido a la palabra amigo, y echó a volar mi realidad. Hoy, no es una
opción perderte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario