Como un castillo de naipes mi
corazoncito se vino abajo en un abrir y cerrar de ojos. Se fue, se fue sin
tenerla nunca, las palabras no fueron suficientes, querer de veras parece que
no siempre es la clave. No importan las flores, los poemas, los aguaceros
compartidos, los grafitis, las canciones de regalo, el café de madrugada con
una guitarra cómplice, ni los buenos días acompañados de poemas. Se fue sin
apenas mirarme. Intenté buscar sus ojos para encontrar respuesta a tantas
preguntas pero me fue negado el acceso a ese espacio. Mi corazoncito continuó
sin causa aparente, derrumbado cual castillo de naipes.
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