El peregrino alzaba la mirada, el
camino hacia Santiago era cada vez más difícil. Hace algún tiempo cuando todo comenzó,
parecía como si su corazón tuviera alas. El cansancio parecía desvanecerse
luego de un largo día con solo cerrar los ojos y pensar en ella. La sola idea
de saber que existía, que en algún recodo del camino lo estaría esperando tras una
broma, era suficiente para recargar los ánimos y volver a emprender el camino.
Cuando la conoció, fue como si en
su estómago un enjambre de mariposas echara a volar, sus manos sudaban, su
corazón parecía no caber en el pecho, las orbitas de sus ojos eran demasiado pequeñas
para su asombro. Era como si toda la perfección del universo la hubieran
encerrado en aquel sencillo cuerpo de mujer. ¿Cómo era posible que se hubiera
creado criatura cómo aquella? Sus primeras palabras rompieron la barrera del
silencio y fueron aceptadas. Estaba al alcance de un abrazo, que en aquel
entonces también fue aceptado. Parecían conocerse desde hacía mucho tiempo. Los
sonidos huecos de las palabras sobraron, la música la puso el viento, la luz la
luna, el misterio la noche y un beso cómplice cerró el pacto de las idénticas almas
que se unían. Desde entonces ambos corazones latían a un mismo compás, era como
si en vez de dos solo existiera uno. Luego vino la distancia, el tiempo y los
contratiempos, las lluvias en el camino, las calientes tardes veraniegas, las
marchas en silencio con unas pocas gotas de agua para ambos, todo lo
resistieron juntos. Y también los baños de aromas entre las flores silvestres,
y los chapuzones en los manantiales que encontraban a su paso, y compartieron
cada poco de comida entre ambos, y soñaron despiertos. Era como si cada día que
pasara fueran más la misma persona. Hasta que una tarde, sin saber cómo, ni
cuando, ni dónde, aquel ser de otro mundo que había llenado de vida los días
del peregrino, se deshizo en el aire, se fue, y solo dejó el vacío de su
recuerdo.
Ahora la marcha hacia Santiago es
más difícil que de costumbre, el peregrino vuelve a alzar la mirada, pero ella no
está, solo quedan las piedras bajo sus pies, el sonido de los pájaros
caprichosos y un camino que ahora parece no acabarse jamás.
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